KARINA INÉS RAMACCIOTTI
Universidad Nacional de Quilmes− Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
La pandemia de coronavirus no solo cambió nuestros hábitos, sino que, para quienes nos dedicamos a las ciencias sociales, nos interpeló de tal forma que nuestros objetos de investigación fueron revisitados con nuevas preguntas y cruzamientos interdisciplinares. Considerando las ideas de Howard Becker en su libro Trucos del Oficio, pasaron de ser «temas triviales a problemas sociales relevantes» (Becker, 2018, p. 125) que despertaron el interés de los medios de comunicación, de la opinión pública y de algunas agendas políticas. De pronto, cuáles fueron las reacciones de los Estados ante epidemia pasadas, las formas de evitar el contagio en otros tiempos, los procesos científicos y políticos que están por detrás del descubrimiento de una vacuna, las campañas de vacunación y sus resistencias y las formas de cuidar a los convalecientes tomaron un protagonismo en la agenda pública que, como nunca en otro momento, nos interrogaron como científicos sociales y nos condujeron a un nuevo posicionamiento político al interior del campo intelectual.
Las diferencias políticas y sociales se agudizan ante un evento epidémico y quedan aún más en evidencia a la hora de enfrentarlas. Las soluciones sanitarias, que van desde el reforzamiento de la responsabilidad individual a la apelación al compromiso colectivo, dividen las aguas en materia del diseño de las políticas sociales. No existe una manera «neutra» ni «aséptica» ni «universal» de encarar las soluciones en una pandemia, ya que las mismas residen en el núcleo de lo político y dialogan con tradiciones históricas y con particularidades locales. Si bien esta observación queda clara por estos días, la historia puede brindarnos ejemplos en dicho sentido que, observados desde la actualidad, se tornan relevantes.
Este ensayo cuenta con dos ejes principales. Uno de ellos es el que está compuesto por los artículos de corte histórico. En el primer bloque, Patricia Palma, a partir de la experiencia de la fiebre amarilla y la peste bubónica en Perú entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, nos permite reflexionar, en «“Una medida violenta y perjudicial”: cuarentenas en Perú y el surgimiento de una política sanitaria panamericana (1850-1905)», sobre cómo los sectores comerciales se resistieron a someterse a las sugerencias científicas de la comunidad médica. Como sostiene Palma, «las discusiones entre costos económicos y sociales producto de la implementación de cuarentenas han sido una constante en la historia de la salud a nivel global y particularmente en América Latina». Por entonces las cuarentenas, entendidas como el cierre total de puertos hasta que la amenaza del contagio se disipara, eran la medida más habitual de prevención sanitaria. Las voces disidentes a las cuarentenas motivaron intensos debates que condujeron a efectuar otras acciones tales como la instalación de lazaretos en las islas aledañas a los principales puertos. Allí se quedaban los barcos que informaban potenciales personas contagiadas. Si bien el interés de Palma se centra en cómo, en Perú, se implementaron políticas de salud pública ante brotes epidémicos, su artículo brinda potenciales líneas de comparación con otros casos de economías vinculadas a sectores agroexportadores tales como Brasil y Argentina. Además, demuestra cómo, en este periodo, se sentaron las bases del panamericanismo médico, y se inició el desarrollo de conferencias y acuerdos multilaterales sobre sanidad marítima que dio lugar al Primer Código Sanitario Panamericano (1905). Esta observación nos lleva a cavilar sobre el presente. El SARS-CoV-2 irrumpió en un momento en el que el multilateralismo se encuentra en plena crisis, renacieron los nacionalismos, se fomentaron las relaciones bilaterales, y se produjo una falta de cooperación y coordinación. Es deseable que, a la salida de la pandemia, se puedan generar herramientas de cooperación regional para enfrentar los desafíos de la salud pública y para apoyar los esfuerzos productivos de la recuperación económica.
Adrián Carbonetti, poniendo el foco de estudio en la llamada gripe española de 1918-1919 en la Argentina, nos permite comprender las discusiones científicas y políticas que suelen discurrir ante el descubrimiento de una vacuna. Si bien la Argentina ocupaba un lugar periférico en el mundo científico de las primeras décadas del siglo XX, los aportes y las redes de sociabilidad científica que promovió el checo Rudolf Krauss en el Instituto Bacteriológico Nacional fueron de importancia para instigar el debate científico local. Desde este lugar institucional, Krauss atrajo a científicos e impulsó una modernización en las discusiones en torno a la salud pública y a los necesarios vínculos con los descubrimientos científicos. Carbonetti comprueba que este centro de investigación, apoyado por la agencia estatal, concedió la posibilidad de contar con una vacuna contra la gripe que fue probada entre voluntarios y la población carcelaria. La misma no fue discutida entre la comunidad científica local y quedó relegada tanto en las discusiones biocientíficas de la época como en la historia de la ciencia local. En «Vacuna durante la “gripe española” en Argentina, 1918-1919.
Debates teóricos y elaboración de una terapéutica en la periferia de la ciencia», se exponen diversas razones por las cuales esa vacuna fue olvidada y, si bien fue probada, no tuvo un alcance ni una aceptación masiva. Carbonetti sostiene que el hecho de que Krauss haya sido extranjero y que ocupara un sitio de envergadura para la época, tal como el Instituto Bacteriológico, generó cierto desdeño por parte de la élite científica porteña. Asimismo, la vacuna estuvo basada en la creencia que era el bacilo de Pfeiffer el medio de contagio y esta teoría había sido descartada a nivel internacional. Otras de las razones de la escasa difusión de la vacuna las rastrea en los impedimentos estructurales y burocráticos. Las dimensiones territoriales y la logística necesaria para hacer llegar una vacuna a zonas alejadas de Buenos Aires es un factor relevante. Además, es importante señalar que la segunda ola de la llamada gripe española afectó con mucho mayor dramatismo a las provincias del noroeste argentino en las cuales la estructura sanitaria era mucho más deficitaria que la imperante en Buenos Aires en los años veinte. La desigualdad socioeconómica potencia el impacto de las crisis sanitarias y deja al desnudo las falencias de los sistemas sanitarios.
El segundo eje de artículos de este ensayo se posiciona en las políticas públicas de los tiempos presentes; estas tienen una mirada comparada y se posan en las relaciones de cuidado, entendidas de manera general, como el conjunto de actividades indispensables para satisfacer las necesidades básicas de las personas, las cuales pueden ser físicas, subjetivas y simbólicas. El artículo de Inés Nercesian, Roberto Cassaglia y Vannessa Morales Castro compara las gestiones sanitarias llevadas a cabo en seis países de América Latina con rasgos heterogéneos. A partir del estudio de los dispositivos normativos, de gestión y los recursos básicos que tuvieron dichos países, los autores analizan las capacidades de cada nación para enfrentar la segunda pandemia del siglo XXI. Sobre la base de un meticuloso uso de fuentes cuantitativas y cualitativas, brindan un panorama sobre cómo los países periféricos fueron intentando resolver los desafíos que imponía la pandemia a partir de medidas sanitarias y socioeconómicas tomando en cuenta las características locales peculiares. Si bien no existen soluciones únicas ni «ideales», cada estrategia ejecutada varió según la combinación de factores de coyuntura como de las tradiciones de largo plazo tales como los recorridos de gestión, las ideologías políticas de los gobiernos de turno, el estado de los sistemas de salud, y los indicadores económicos y sociales. Tal como se aprecia en «Pandemia y políticas sociosanitarias en América Latina», «la pandemia por coronavirus abrió una serie de preguntas relativas al rol del Estado y la gravedad de las desigualdades en los países de la región más inequitativa del mundo. Esta dramática experiencia debería destapar una posibilidad para pensar los entramados institucionales existentes, no solo en materia de salud y previsión, sino de las políticas públicas en su conjunto». Cabe señalar que esta propuesta se inscribe en un escenario abierto en el que las coyunturas en el manejo de la pandemia y las reacciones sociales en torno a la vacunación y las políticas puestas en marcha aún se están gestando, pero este aporte es una aproximación para evaluar de manera comparativa el primer año de pandemia y propone una apuesta metodológica para seguir trabajando el tema.
En diálogo con la anterior propuesta, el artículo de Juliana Martínez Franzoni y Cristina González Hidalgo, «Pensiones alimentarias y protección social ante la pandemia en América Latina durante el 2020: oportunidades para superar la desconexión», observa cómo se modificaron las políticas de protección social y las pensiones alimentarias en la región. La crisis generada por la pandemia de SARS-CoV-2 reforzó las desigualdades económicas preexistentes y tuvo un impacto asimétrico sobre los trabajadores informales, especialmente en las mujeres y la juventud que perdieron empleos e ingresos. Esta situación se agudizó en los hogares monoparentales, en los cuales las mujeres vieron incrementar sus tareas domésticas y de cuidados. El desempleo, la suspensión de clases presenciales, las dificultades en el acceso a la tecnología y la conectividad pusieron en la mira, como nunca antes, las responsabilidades que deberían tener los Estados ante la resolución de problemáticas de la infancia y la juventud. Si, como sostienen las autoras, en tiempos de «normalidad», la mayor parte del bienestar material de las personas menores de edad depende de los ingresos que tengan sus familias para acceder a alimentos, vestido, vivienda y servicios básicos, esta situación quedó trastocada a partir de la pandemia y el desafío impuesto por el contexto de asistencia y desarrollo social podrán resolver los grados de desprotección social existentes teniendo en cuenta el derecho de familia. En línea con lo planteado en el artículo de Nercesian, Cassaglia y Morales Castro, en esta propuesta se subraya la estructura social profundamente desigual en términos socioeconómicos y de género, y se destaca la importancia de lograr «una mejor y más inclusiva protección social», dado que las obligaciones parentales, en casos de crisis como las que estamos atravesando, no pueden lograr la satisfacción de las necesidades básicas de alimentación y protección social.
El artículo de María Teresa Martín Palomo y María Venturiello y el de Mora Vinokur y Verónica Giordano nos alertan sobre las responsabilidades de cuidados y cómo esta dimensión tomó mayor relevancia a partir de las contribuciones de la economía del cuidado. Esta corriente del feminismo constató cómo las sociedades capitalistas funcionan a partir del trabajo no remunerado que realizan las mujeres en la gestión y en el sostenimiento de la vida cotidiana. Durante la pandemia, se mostró su cara más dramática y desigual, puesto que las medidas de confinamiento implementadas por los gobiernos implicaron, en la vida doméstica, un exceso de tareas, la virtualización del trabajo, los efectos del desempleo y una recarga mental por el incremento de labores.
En «Repensar lo comunitario desde las poblaciones vulnerables y los cuidados: Buenos Aires y Madrid durante la pandemia de SARS-COV-2», de María Teresa Martín Palomo y María Pía Venturiello, se aborda cómo, a partir del contexto epidémico, se resignificaron las experiencias comunitarias en línea con las características de ambas ciudades. Las autoras trazan algunas diferencias entre ambas urbes tomando como objeto de análisis los barrios y comunidades vulnerables. En los barrios populares de Buenos Aires, las agrupaciones sociales y políticas, que existían previamente, jugaron un rol importante en la medida en que fueron mediadoras ante las autoridades de las necesidades concretas que allí existían y, también, hicieron posible la llegada de programas sociales. La organización territorial previa fue un eslabón importante para mitigar los efectos de la falta de empleo, la pobreza, las carencias alimentarias y las estrategias de prevención, testeo, aislamiento y vacunación. Madrid no cuenta con redes territoriales de contención y prima una sensación de desconfianza hacia las organizaciones ya existentes, pero surgieron acciones espontáneas de la sociedad civil, activadas por las redes sociales, que motivaron un voluntariado despolitizado, en diálogo con la tradición ligada a la beneficencia; estas iniciativas estimularon experiencias de cuidados y de ayuda mutua. En ambos casos se evidencia la importancia de construir redes comunitarias y de solidaridad para amortiguar las consecuencias de la desigualdad social. La distribución del cuidado nos interpela como sociedad para salir de las lógicas individuales, y repensar formas solidarias y territoriales de cuidado que no sean usadas como fórmulas políticas vacías. Durante la pandemia se ha producido una sobreabundancia de mensajes políticos basados en la apelación al cuidado individual con el fin de lograr un cuidado colectivo; de esta forma, se pretende reducir el contagio por coronavirus y un retorno a la «normalidad». Claro está que el presente y el futuro demandan acciones firmes y sostenidas en el tiempo que permitan vehiculizar las posibilidades materiales, sociales y comunitarias para reducir las brechas de desigualdad a la hora de pensar e implementar los cuidados.
En «Hacia un sistema integral de cuidados en América Latina. Los procesos legislativos en las ciudades capitales y en el ámbito nacional de Argentina y México (2018-2020)», se plantea la necesidad de diseñar sistemas integrales de cuidado que reconozcan los derechos de quienes cuidan y son cuidados, y que, al mismo tiempo, permitan reparar violencias de género. Las autoras entienden que el trabajo de cuidado lleva consigo una forma particular de violencia en el nivel económico, ya que, históricamente, este tipo de tareas estuvieron bajo la responsabilidad de las mujeres: la distribución asimétrica de los cuidados, que recaen sobre las mujeres, es un factor de desigualdad. Esto condujo a que las múltiples actividades, indispensables para vivir en sociedad, no sean pagas; o si lo fueron, están subvaloradas y con escaso o nulo prestigio social. Vinokur y Giordano, a partir de la comparación de las iniciativas parlamentarias en Argentina y en México, confirman que las iniciativas legislativas se frenan o avanzan al calor de la cultura política de los partidos involucrados, y de los diálogos entablados con los movimientos de mujeres y los feminismos. Tal como se propone en los tres artículos del segundo eje de este dossier, la pandemia de SARS-CoV-2 dejó al descubierto que los cuidados dependen del trabajo de las mujeres y que este tipo de organización demanda una transformación urgente. Por tal motivo, es perentorio lograr acuerdos políticos para sancionar marcos normativos que doten al Estado de más recursos y poder para la aplicación de las políticas en las diferentes regiones de los países que conforman la región.
En suma, este dossier es un aporte para reflexionar acerca de cómo las ciencias sociales pueden colaborar a la hora de sistematizar información y formular planteos críticos para pensar soluciones que guíen el accionar de las políticas públicas. Es gracias a la relación entre las demandas de los movimientos sociales y las contribuciones de las ciencias sociales que se puede generar una vía para establecer cambios en la agenda de las gestiones públicas, concentrar esfuerzos en equilibrar la organización social del cuidado y fortalecer la protección social sobre los sectores vulnerables. Solo a modo de ejemplo, en Argentina, a partir de la emergencia sanitaria, surgieron iniciativas desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCyT) para promocionar investigaciones de financiamiento a proyectos de innovación empresarial de base científica y tecnológica. Asimismo, se abrió un llamado dirigido al campo de las ciencias sociales y humanas con el fin de promover la producción de conocimiento para comprender los impactos de la pandemia en la sociedad argentina: su transformación, sus dificultades y soluciones colectivas. Si bien son proyectos en curso, suscitan un compromiso social y político entre las ciencias sociales y la sociedad que podría indicar un camino para resolver la crisis desatada de manera colectiva e interdisciplinaria (MinCyT, 2020).
Referencias
Becker, H. (2018). Trucos del Oficio. Buenos Aires: Siglo XXI.
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. (2020). Las Ciencias Sociales y Humanas en la Crisis COVID-19. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/ciencia/agencia/acciones-sobre-covid-19/agencia-csyh/pautas