Reseña de libro

Apuntes 90 (2022). doi: 10.21678/apuntes.90.1731

Falquet, J. (2020). Imbrication: Femmes, race et classe dans les mouvements sociaux. París: Éditions du Croquant.

El libro, escrito por la socióloga francesa Jules Falquet, presenta la historia de la organización, de las reivindicaciones y de las reflexiones teóricas de distintos grupos de mujeres y de grupos feministas en el continente americano, o Abya Yala1. La autora nos invita a entender cómo estos grupos, en su mayoría racializados, han pensado y producido diversas teorías sobre las múltiples opresiones que viven, lo cual les ha permitido conceptualizar la articulación de las relaciones sociales de «sexo», «raza» y la «clase». A partir de seis capítulos que exponen, a su vez, seis casos de estudio, la autora analiza la oposición entre intereses de «clase y sexo», tomando como referencia las experiencias de las guerrilleras de El Salvador; el intento de conjugar demandas como mujeres y como pueblos originarios a través de la leyes de las mujeres zapatistas en México; la puesta en evidencia de la imbricación de varios sistemas de opresión desde los textos del Combahee River Collective (CRC) de Boston; el análisis de la conceptualización de la «raza» y la lucha antirracista en Brasil y República Dominicana pensada sobre la base de la identidad o como la construcción de una nueva síntesis cultural «afro»; y finalmente, ofrece un análisis de los encuentros feministas continentales y del nacimiento de la corriente autónoma y decolonial del feminismo.

Desde el punto de vista de un análisis socio-histórico y antropológico, la autora nos explica la especificidad del contexto histórico, político y social en el que se desarrollan estos grupos que «resisten a la imbricación de las injusticias» (2020, p.13) para resaltar cómo estos son producto de contextos determinados y de experiencias de militancia en diversos grupos (de izquierda, feministas, antirracistas, entre otros.). Falquet también subraya las características de cada una de las integrantes y sus biografías, sin dejar de insertar sus luchas en el resto de Abya Yala y el mundo (al desarrollarse en contextos globalizados). La autora nos permite conocer la creación de planteamientos teóricos a partir de las prácticas que los generan y la manera en la que los movimientos sociales presentados cuestionan términos académicos como la «interseccionalidad» y la «decolonialidad» para proponer conceptos como la «imbricación de las relaciones sociales», la «amefricanidad», «el feminismo comunitario», entre otros. Es así que este libro logra repensar la idea de interseccionalidad más allá de la academia anglosajona desde la que nació, lo que nos posibilita relacionarla con contextos que son ajenos a la tradición individualista liberal que marca dicho espacio de la academia.

El libro, por otro lado, da cuenta también de grupos de mujeres a los cuales la autora es cercana, porque han sido parte de su carrera académica: investigaciones de largo aliento en dichos países en las que ha participado como militante feminista. Antes de abordar los capítulos, Falquet revela, además, los fundamentos epistemológicos y metodológicos de su obra, y resalta su compromiso con las teorías decoloniales y el feminismo materialista francés. Siguiendo a Colette Guillaumin, se retoman las teorías respecto a la diversidad de movimientos de mujeres, así como el vínculo entre la «raza», el «sexo» y la «clase social»; y de Nicole Claude Mathieu recobra el esquema de los distintos modos de concebir el sexo, el género y la sexualidad según las épocas y las culturas.

La autora inicia el libro con dos capítulos sobre mujeres combatientes que se organizan dentro de dos movimientos armados mixtos: el Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional (El Salvador) y en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) (México). Sobre las combatientes salvadoreñas, la autora resalta el proceso de organización y de toma de conciencia como sujeto político durante la revolución y señala cómo ellas cuestionan no solo las relaciones sociales de «clase», sino también su lugar como mujeres en la sociedad y dentro del movimiento (y son acusadas de querer dividir la causa revolucionaria). Falquet también expone la influencia de la doble formación de las combatientes, por la teología de la liberación y por las organizaciones de izquierda, y cómo se llevó a cabo un proceso de autonomía ideológica y organizacional durante el «tiempo de paz», lo que permitió la reaparición del movimiento feminista salvadoreño.

En el segundo capítulo, Falquet analiza la complejidad de las estrategias de las mujeres combatientes del EZLN tanto grupo dominado por la imbricación de las relaciones sociales de «sexo, raza y clase» en sus comunidades y en el mundo mestizo, en el marco de un México neoliberal que promueve la privatización de las tierras. Las zapatistas logran que sus reivindicaciones sean apoyadas y aplicadas por su organización, a pesar de que ciertas demandas parezcan ir en contra de «sus culturas». Para ello, se consideran los cambios entre las dos leyes revolucionarias de las mujeres zapatistas (1993 y 1996), que intentan conciliar sus intereses como mujeres, pero también como indígenas. La autora aclara el contenido de las leyes a partir de la necesidad de alianzas de las combatientes y de sus comunidades, en un contexto donde el acceso a la tierra es crucial para la supervivencia del grupo.

En el tercer y cuarto capítulo, Falquet reflexiona sobre movimientos en los que hay unidad de «sexo y de raza» a partir de los aportes teóricos del feminismo negro en Estados Unidos, en Brasil y en República Dominicana. Primero, presenta al Combahee River Collective (Boston) y a sus integrantes, quienes son las primeras en formular la idea de la existencia de «sistemas de opresión imbricados2» (racista, patriarcal, capitalista y heterosexual), los cuales deben ser combatidos simultáneamente. Asimismo, propone una detallada explicación del contexto social y político de lucha por los derechos cívicos, el feminismo negro, entre otros y su influencia en las integrantes del CRC, así como el análisis de la composición social del grupo. Además, expone el proceso colectivo y las acciones que motivan a las integrantes a crear un espacio donde «pueden ser todo lo que son, todo en el mismo lugar» (CRC, 2006, p.118), para, posteriormente, convertir la teoría en práctica y buscar alianzas con otros grupos. Finalmente, menciona también el concepto de «identity politics», propuesto por el CRC, como una estrategia de autonomía y coalición «que nazca de sus experiencias en tanto mujeres negras» (Smith citada por Harris, 1999, p.144), la cual ha sido desvirtuada y entendida como una política identitaria.

Respecto a la formación, las teorías y los aportes de una parte del feminismo negro de América Latina y el Caribe, se destaca la fineza con la se analiza la identidad «negra» como un trabajo colectivo, histórico y personal. Del mismo modo, estos movimientos permiten entender la cultura como una construcción política y una herramienta de lucha. A partir de las perspectivas teóricas de la brasileña Lelia Gonzáles3 y de la dominicana Ochy Curiel, Falquet establece la importancia para estos movimientos de «negrear las luchas», en contextos donde prima el racismo por denegación y el mestizaje, al hacer visible las contribuciones de las y los afrodescendientes en el continente. También, indica el concepto de amefricanidad (Gonzáles,1988) y la dimensión espiritual política-ética que aporta el feminismo negro, pues permite tener como referentes a figuras de poder y a una historia no occidentales (yoruba, Fon o ewé) y, por lo tanto, una episteme alternativa.

Los últimos dos capítulos del libro abordan grupos exclusivamente compuestos por mujeres con diferentes posiciones de «raza y clase». El quinto capítulo revela la formación de la corriente del «feminismo de los sectores populares», a través de una revisión histórica de los encuentros feministas continentales de América Latina y el Caribe desde la década de 1980, así como la ONGización e institucionalización de una parte del feminismo. La autora manifiesta que este «feminismo de sectores populares» busca unir un análisis sobre el «sexo y la clase», el peso de la herencia de izquierda en las militantes y el giro de esta corriente hacia un «acompañamiento de las mujeres pobres»4 (2020, p. 203). También añade que los encuentros feministas se desarrollan en un contexto de cambios sociales, políticos y enfatiza el impacto de la globalización neoliberal en el movimiento a partir de las conferencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) (México, Pekín, entre otros), el cual tendrá como consecuencia la ascensión social de ciertas integrantes a portavoces auto-proclamadas de estos espacios. Los modos de financiamiento se dirigirán hacia el sector privado e internacional, así como las alianzas, lo que resultará en una institucionalización y profesionalización de una parte del feminismo.

El último capítulo busca esbozar la historia y los aportes teóricos del movimiento feminista autónomo y decolonial, que ha instaurado las primeras bases del pensamiento feminista y lésbico contra hegemónico, así como de la imbricación de las relaciones sociales gracias a la incorporación de la perspectiva anticolonial. Falquet da cuenta de la dimensión colectiva de la producción del análisis, sus vínculos con la práctica concreta en los movimientos sociales, las alianzas que tejen, y sus críticas al «desarrollo» y al vínculo de este con el neoliberalismo5. Esta se posiciona también como contraria a la rama «ONGizante» del feminismo y cuestiona igualmente el concepto del «género neoliberal». Para transmitir los análisis del grupo (dada su diversidad, su poca visibilidad y la poca documentación), la autora recupera los análisis de feministas «del sur» como Julieta Paredes6 y de Ochy Curiel, así como de los grupos principales: «las cómplices», «próximas», «mujeres creando» y, finalmente, del grupo de estudios llamado Grupo Latinoamericano De Estudios, Formación y Acción Feminista (Glefas)7.

La autora propone un epílogo en el que intenta sintetizar los aprendizajes y los aportes teóricos de cada uno de estos grupos con el objetivo de desembocar en la propuesta de la «imbricación de las relaciones sociales estructurales de poder» como una alternativa al concepto estadounidense (y más individual) de interseccionalidad. De esta manera, Falquet nos demuestra cómo Abya Yala representa un espacio de privilegio epistémico para analizar las transformaciones del capitalismo, del racismo, del patriarcado, y de las luchas sociales a partir de miradas críticas «desde adentro»8, que yuxtaponen la práctica y la teoría. Así pues, este libro nos invita a conocer las diferentes maneras de pensar y teorizar en torno al entrelazamiento de las relaciones sociales.

Sharie Neira Ríos
Universidad de París
sharie165@gmail.com

Referencias

Combahee River Collective [CRC]. (2006). Déclaration du Combahee River Collective, Cahiers du CEDREF, 14, pp. 53-67.

Gonzáles, L. (1988b). Nanny: Pilar da Amefricanidade. Revista Isis Internacional.

Harris, D. (1999). «All of Who I am in the Same Place» : The Combahee River Collective, Womanist Theory and Research, 3(1).

Lorde, A. (2003 [1984]). Sister Outsider. Essais et propos d´Audre Lorde. Génova: Editions Mamamélis, Québec: Editions Trois.

Apuntes 90 (2022). doi: 10.21678/apuntes.90.1688

Milanesio, N. (2021). El Destape. La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

Frente a una nutrida producción académica sobre la última dictadura militar argentina (1976-1983), el contexto inmediatamente posterior no parece presentar un desarrollo historiográfico análogo. Las investigaciones disponibles sobre la transición democrática provienen de la sociología y la ciencia política, las cuales se centran en los mecanismos de participación política, las elecciones y el voto. Sin embargo, estudios históricos recientes han comenzado a revertir esta situación, al tiempo que buscan enriquecer y expandir el terreno de lo «político» y la «política». La publicación en español de El Destape. La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura, editado originalmente en inglés en 2019, avanza en esta dirección a través de un análisis del destape, un proceso de liberación (hetero)sexual que colocó al sexo y la sexualidad como focos de cambio en la postdictadura argentina. En una sociedad surcada por la violencia y la censura, la inmediata proliferación de productos con contenido sexual explícito, la discusión sobre el placer sexual, la brega por los derechos sexuales y reproductivos, y el activismo homosexual acompañaron y vigorizaron la entonces democracia en ciernes.

El propósito esencial es estudiar la transformación de los sentidos, las normas y las prácticas en torno a la sexualidad que tuvieron lugar con el nuevo régimen político desde 1983. El libro argumenta que el destape implicó un clivaje en los modos de percibir, participar y articular nociones sobre el sexo, lo que posibilitó la germinación de una cultura sexual más abierta y una nueva manera de comprender la ciudadanía. A su vez, se sostiene que dicho proceso presentó límites y contradicciones como resultado de los vestigios de la represión y la censura, pero también tensiones respecto a si reforzaba o flexibilizaba las convenciones heterosexuales que regían la familia, la moral y la participación ciudadana.

Su autora, Natalia Milanesio, historiadora argentina radicada en Estados Unidos, dialoga con un amplio arco de investigaciones que van desde la última dictadura militar hasta la transición democrática revisando producciones historiográficas ligadas a los estudios de género y la contracultura en los años sesenta. La principal contribución del texto no solo reside en indagar un fenómeno escasamente explorado, sino también en elucubrar de qué manera democracia, política y sexualidad se entrelazaron con el objeto de procesar el alcance de la represión, el silencio y la censura en la vida social, política y cultural en Argentina.

Según Milanesio, el destape fue un fenómeno polisémico que anudó facetas comerciales, masivas y mediáticas, al tiempo que una arena de disputa por el estatuto de la sexualidad y la democracia. A lo largo de la década de 1980, médicos, sexólogos y psicólogos, así como educadores, políticos, periodistas y activistas sociales, convergieron en la lucha para definir los contornos y los matices de la democracia. Este desplazamiento propició una renegociación erótica al interior de los espacios — los hogares, las alcobas y las calles — e instituciones sociales — la medicina, la familia y el matrimonio.

Para sustanciar estas proposiciones, el libro recurre a una basta y disímil cantidad de fuentes, en las que prepoderan los documentos escritos provenientes de la prensa masiva, revistas eróticas, folletos, afiches, circulares y archivos institucionales. Al mismo tiempo, apela a testimonios orales, provenientes de periodistas, sexólogos, médicos, educadores, y a registros audiovisuales, filmes, publicidades, cortos, entre otros. Este mosaico de vestigios propone una aproximación sobre la sexualidad desde todas sus variaciones y connotaciones.

El libro se encuentra organizado en cinco capítulos, en los que aborda ejes diferentes. Cada uno de ellos incorpora el periodo entre 1960 y 1970 a los efectos de sopesar los cambios y las continuidades del objeto de estudio. Así, la autora se aviene a demostrar cómo el destape resquebrajó y horadó los sentidos y las veladuras en materia de sexo y sexualidad. Por el otro, este fenómeno no fue el corolario de una maceración social iniciada con la revolución sexual en los sesenta, sino una modernización y democratización en el plano de las costumbres, las percepciones y las convenciones sociales.

El primer capítulo se focaliza en reconstruir y rastrear los inicios del destape a la luz del declive del gobierno militar con posteridad a la Guerra de Malvinas (abril-junio de 1982). Para ello, repara en las obturaciones y la censura cultural desplegada en el decenio de 1970, concentrándose en los atisbos por modificar el estatuto de la sexualidad a comienzos de la década de 1980.Seguidamente, el capítulo enfatiza que el carácter poliédrico del destape — en el despertar de ansiedades por el cambio — también produjo conflictos y resistencias a nivel social y político.

El segundo capítulo recoge y analiza las publicaciones eróticas que irrumpieron durante los primeros años de la democracia. En este contexto, el sexo, la desnudez femenina explícita y la enunciación de un deseo sexual latente acapararon la agenda mediática, por lo que jugaron un rol relevante en la creación de sentido y acción del destape. Al mismo tiempo, la autora observa dos niveles en los discursos de este fenómeno: mientras las mujeres atravesaron una aceleración en la sexualización de sus cuerpos y subjetividades, su contracara era una dinámica de mayor visibilización de la violencia ejercida contra ellas y un reforzamiento de la heterosexualidad como criterio de organización social.

El tercer capítulo se detiene en el crecimiento y la difusión de la sexología, las terapias sexuales y las consejerías en torno al sexo en medios de comunicación masiva. Contraponiendo los escenarios del lapso entre 1960 y 1970, las páginas de este capítulo abordan los obstáculos y los estímulos que surcaron el desarrollo de la sexología en Argentina en los años ochenta. Al colocar el acento sobre el lugar que el sexo ocupaba dentro y fuera de las habitaciones, la autora recupera las trayectorias de los y las profesionales del campo sexológico en Argentina. Asimismo, la creación de organismos y organizaciones, junto con la difusión de talleres sobre placer sexual, promovieron un clima de ideas donde sexo y conocimiento moldearon los sentidos y los alcances de la democracia.

El cuarto capítulo, titulado La planificación familiar, la educación sexual y la reconstrucción de la democracia, se adentra en las iniciativas, las actividades y las políticas públicas y privadas orientadas a la regulación de la salud reproductiva, la educación sexual y su repercusión en la creación de sentido y prácticas para la democracia en la década de 1980.

Finalmente, el último capítulo se dedica al destape propulsado por las sexualidades disidentes. La conformación de agrupaciones y movimientos de mujeres, gays y lesbianas, junto con una mayor visibilidad pública — en calles, publicaciones y televisión — son interpretados como indicios de una mayor apertura y creciente legitimación de la homosexualidad en Argentina. Así, el destape abonó a una ampliación de la ciudadanía en clave sexual, determinante en la redefinición de los rasgos y los contornos de la democracia, así como a una problematización del sujeto de ese proceso.

En este período, organizaciones como la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la creación de revistas y órganos de difusión, de grupos de mujeres y organizaciones feministas emergieron como contrapuntos del destape en su veta comercial. La sexualidad se convirtió en un punto de contacto para crear una agenda activista enfocada en denunciar la discriminación hacia la homosexualidad masculina y la subordinación y la desigualdad entre varones y mujeres.

En su conjunto, el trabajo de Milanesio apunta a preguntarse por quién(es) fue(ron) el sujeto del destape, qué coacciones y marcos tiñeron su desarrollo, y cómo cimentaron nociones y percepciones sobre lo político y lo democrático en un contexto signado por la incertidumbre de un horizonte por hacer. Al destacar el rol y las acciones propiciadas por activistas, médicos, educadores y diversos medios de comunicación, el libro estimula una línea de investigación que descentra al Estado como eje y agente organizador de la vida social, cultural y política.

Por otro lado, el libro aporta a la ponderación sobre los cambios y de las continuidades, así como, también, los filamentos y las particularidades que signan la sexualidad como objeto de indagación académica. En efecto, esta publicación introduce preguntas novedosas sobre la periodicidad en la construcción de las identidades sexuales y el lugar que la sexualidad tiene en procesos socioculturales atravesados por tensiones políticas.

En suma, la obra constituye una contribución relevante para el estudio del devenir histórico de la sexualidad y su consolidación como campo de problemas y preocupaciones legítimas. De este modo, se puede establecer el decenio de 1980 como período relevante para reflexionar sobre las disputas y las fuerzas que gravitaron en torno a las escalas y los niveles de la relación entre política, sexo y sexualidad.

Ailin Basilio Fabris
(UNLP/Cinig/Conicet)
ailinbasiliofabris@gmail.com


1 Este nombre fue y es usado por las comunidades indígenas Kuna de Colombia y Panamá para hacer referencia a sus territorios antes de la colonización europea. Actualmente, las y los investigadores decoloniales, incluida la autora, han retomado también el término, como una manera de cuestionar y tomar distancia de las definiciones eurocéntricas.

2 Interlocking opression systems

3 Precursora del feminismo negro en Abya Yala. También ha visibilizado las luchas de las mujeres indígenas en Brasil.

4 Traducción de la autora de la edición francesa del libro reseñado.

5 Principalmente las políticas del microcrédito

6 Feminista lesbiana e indígena boliviana

7 Más información en http://glefas.org/

8 Hago referencia al término «outsider within» de Audre Lorde (1984).